Ser feminista no es cosa de géneros
A lo largo de las semanas en las que ha durado la experiencia de aprendizaje del INAP: Fundamentos para la igual entre hombres y mujeres, he tenido la oportunidad de volver a plantearme muchas cosas relacionadas con aspectos cotidianos, con otros más filosóficos, con los derechos de las mujeres y niñas, poner de nuevo en valor la importante labor de los Gobiernos y de la legislación para conseguir hacer realidad este reto, así como los cimientos de una sociedad más justa para todas las personas. Vivimos en sociedad y esto exige de normas que rijan esta convivencia desde el respeto a las libertades individuales y desde la paz. Las instituciones tiene un papel muy importante y los y las empleadas públicas debemos de asumir, que somos los garantes del cumplimiento de estas regulaciones y por tanto estamos en la base de- lograr esa igualdad. La formación es fundamental para poder afrontar este reto.
Fuente: El Diario Vasco
En una momento de crispación política, de crisis de la democracia, de crecimiento de los populismos, de desconfianza en la instituciones, los y las empleadas públicas podemos marcar una diferencia. Quizás se nos ha devaluado de forma interesada haciendo ver a la ciudadanía que somos prescindibles y que nuestra meta es únicamente mantener unos privilegios, y en ocasiones hay compañeros y compañeras que dan justo ese perfil, pero creo que profundizando en temas con tanta importancia como lo es la igualdad entre hombres y mujeres, no deberíamos de renunciar a nuestra vocación de servicio. En múltiples ocasiones los y las funcionarias públicas trabajamos por el bien común y para garantizar los derechos de las personas. Quizás esto debería de ser el lema que guie nuestro trabajo institucional. Quizás cuando la ciudadanía entienda que hablar de política no es hablar de partidos, seamos capaces de proteger juntos nuestras libertades.
Como funcionaria pública tengo la oportunidad de aportar ideas que puedan mejorar la convivencia en el espacio inmediato en el que desarrollo mi labor, pero también puedo impulsar cambios duraderos que vayan más allá y que faciliten a otras personas avanzar hacia la igualdad real. Por eso tengo también de derecho y el deber de formarme, para que la labor que desempeño no este basada en creencias obsoletas.
No es fácil desprenderse de todos los condicionamientos sociales que han ido determinado nuestro papel como mujeres, como tampoco lo es disfrutar de una masculinidad basada en el respeto y en la corresponsabilidad. Reconocer que la diversidad de identidades de género es también un derecho de las personas, nos hace más libres a todas.
Fuente: Diario Público
Muchas mujeres valiente se atrevieron a desafiar el papel social que se les había otorgado, se atrevieron a levantar su voz contra la injusticia, que sus conquistas no den un paso atrás y que esa lucha acaba convirtiéndose en la lucha de las personas por la conquista de sus derechos.
Juntos somos más.
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